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miércoles, 18 de octubre de 2017

El día de la marmota

Son las cinco de la mañana, suena el despertador, ¿eh, qué pasa, qué es esto?, ¿dónde estoy?, ¿qué es la vida?... el mismo sonido estruendoso que tienen todos estos aparatos del infierno me perfora los oídos, extiendo la mano para apagarlo, a ver si con suerte lo hago a la primera, - a ver… ¿pero dónde está?... todas las mañanas igual -, al final pego tres manotazos más y deja de sonar… el silencio se hace otra vez en la habitación, y lo único que quiero es quedarme un rato más porque no he descansado una mierda... cuando no es la espalda, es el cuello, primero tenía calor y luego frío, desde luego parece que tengo la menopausia… pero si soy un tío joder, además tengo treinta y ocho años, todavía no me habría llegado… ¿pero qué estoy diciendo?.

Como se nota que aún no me he despertado del todo… me pongo sentado en la cama con los ojos cerrados, todavía calentitos, invitándome a la horizontalidad, ¡qué mal!... ya empiezo a recordar quién soy y cuál es mi destino en esta vida, que nada tiene que ver con la peli del superhéroe que vi ayer por la tele…

Me levanto a trompicones y a oscuras, para no despertar la bella personita que me ha deleitado con un concierto nocturno, creo que era la sonata de claro de luna, pero reversionado un poco… un poco mucho diría yo… no hay nada que hacer, ni tiritas mentoladas, ni fundas de silicona, empujones o demás “sutiles advertencias” de que ¡no puedo dormir!. Pero no pasa nada, no paaasa nada, esto forma parte del amor… en fin, me pego con el sinfonier como siempre, en el dedo chico claro está (me aguanto el gritito), esto una costumbre que tenemos este mueble y yo, él se pone delante de mí todas las mañanas y yo lo acaricio con mi dedito, es como una relación amor odio, pero vamos tirando.

Cierro la puerta del baño principal despacito y enciendo la luz, ¡flash!, voy poco a poco recuperando la vista, que yo creo, la verdad, que esto repetido cada día, no puede ser bueno para la salud, pues va quemando la retina lentamente; veo algo reflejado en el espejo, algo que se parece, se intuye una supuesta forma humana, y entonces al verme la cara, se me viene a la cabeza aquella película interpretada por Bill Murray, el día de la marmota, en donde un reportero queda atrapado en un bucle temporal, y siempre repite el mismo día en un pueblecito bastante empalagoso para él, condenado a vivir todos los días, la misma jornada.

Pues así me siento yo, una cárcel impuesta en donde después de cada paso que doy, se cuál va a ser el siguiente… me lavo la cara, me visto, salgo a oscuras otra vez al dormitorio (es curioso porque ya no me pego con el sinfonier, ¿se echará a un lado?, umm, no sé), salgo al pasillo, cierro la puerta, bajo las escaleras a oscuras, porque como encienda la luz, se despiertan los gatos que tengo en la habitación de arriba y empiezan a maullar… así que desciendo sin ver nada, jugándome la vida, como los especialistas del cine, hasta llegar a la entrada, paso a la cocina y me tomo el desayuno, que me lo han dejado preparado, (¡ooh!, también eso es amor), un zumito, un vaso de chocosoja y alguna galleta, mientras las ojeras me llegan al suelo… quiero empezar a pensar, pero aún no puedo, hay un vacío en mi cabeza demasiado grande, y es que es un crimen levantarse a las cinco de la madrugada.

Tomo la maleta y salgo al patio, mi perro me recibe contento, le acaricio la cabeza y me dirijo hacia la cancela, lo miro y le digo – tú sí que vives bien chaval, voy a ganar el sueldo para comprarte la comida -, y al cerrar la cancela, escucho la tumbona, me detengo, abro otra vez la cancela y me encuentro al perro tirado en la tumbona del patio patas arriba para seguir durmiendo, me mira con la lengua fuera y caída hacia un lado… ¡no tiene guasa el perro!, en fin, me voy que llego tarde.

Ese es el inicio de mi día a día, contado siempre con un poco de humor, porque sin él estamos perdidos, pero dejando al lado la parte cómica, si es verdad que así veo todo lo descrito, y pienso que toda esta rutina diaria en el pasar de los años, no es vivir la vida. Realmente estamos sumidos en esta esclavitud que nos aleja totalmente de lo esencial, durante tantas generaciones hemos asumido todo esto como lo que debe de ser, lo tenemos tan metido en el cerebro, que malgastamos cada latido en obligaciones, que no deberían serlas, o al menos, no como nos impone este sistema capitalista.

Y cada año que pasa, te vas hundiendo más y más, agachas la cabeza ya que no hay salida posible, todo sigue igual, año tras año la misma rutina - y da gracias de poder hacerla -, me dicen, ¿pero merece la pena una existencia así?. Nos ponen una ventana con la que nos distraemos, la televisión, la consola e internet en donde puedes vivir mil vidas ficticias… donde nos dan golosinas tecnológicas y una vez al año vacaciones para desconectar de todo.

Y ese todo induce al egoísmo, a ser esclavos, producir y producir, como hace una vaca para nosotros, que pena, tanta genialidad, tanto poder, encerrado en un sistema que te hace revivir lo mismo cada día y además, te convence de que debe ser así y tienes que estar content@... eso para el que puede, pues hay millones de personas y seres vivos que vivir en este eterno día es el peor de los infiernos.

Pero da igual, vivirás los años que sean, harás lo que te digan, pasarán los meses y sufrirás, protestarás con la boca cerrada, y seguirás reviviendo este día de la marmota , el mismo, hasta que tu cuerpo no pueda más… este es el justo castigo que te mereces, por haberte conformado así, cada vez que te levantas de la cama y no haces nada por cambiar el mundo… ya estás encerrado, el bucle se repite una y otra vez, ten por seguro que tú morirás en él.

12 comentarios:

  1. Estoy contigo, no ns damos cuenta, nos creemos libres y afortunados por «tenerlo» todo, y a cambio trabajamos cada día vendiendo nuestra alma, hasta el final de nuestros días... Somos esclavos, y han conseguido que seamos además esclavos conformistas que aceptan las cadenas a cambio de tener algunas cosas, como si esas cosas dieran la felicidad. Cada vez somos menos críticos, o nos han enseñado a no pensar, a aceptar y obedecer, y es que «es lo que hay», dicen. Un abrazo amigo, muy buena reflexión.

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  2. Gracias por comentar Maite, un saludo fuerte.

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  3. La verdad es que es cierto, hay que llegar hasta el final en todo para conseguir lo que se quiere. Un abrazo

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  4. Muy buena reflexión creo que no debemos ser conformistas si no salir de nuestra sona de confort y seguir aprendiendo día a día

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  5. Bueno, la libertad se sobrevalora demasiado. La Libertad ideal nos colocaría a cada uno en una isla desierta dependiendo únicamente de lo que nosotros solos consiguiéramos. Pero no existen islas para los seis mil millones de personas, así que debemos vivir en sociedad. Esa sociedad nos impone límites, también nuestras obligaciones familiares. Son cadenas que debemos llevar por responsabilidad. Debemos levantarnos cada mañana, cierto. Pero en el trayecto está en nuestra mano, bucear en el móvil o leer un libro, o escribir. Cierto que no podemos cambiar el mundo, tampoco sé si el mundo quiere ser cambiado. En todo caso somos libres en nuestro pequeño espacio. Saludos

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