Hace poco leía un artículo sobre la hambruna en África, haciendo referencia a las “nuevas” plagas que azotan al mundo y que nada tienen que ver con las bíblicas o las mitológicas. La verdad es que me dio que pensar, pues fuera aparte de lo que pueda estar escrito en multitud de textos sagrados, somos nosotros, los humanos, los que llevamos siglos provocando las plagas más terroríficas, en la historia de la tierra como seres “superiores”.
Recordaba las diez plagas de Egipto relatadas en el libro del Éxodo, y se me venía a la cabeza, un símil de esta realidad que os estoy comentando, en donde el hombre tiene toda la culpa de lo que ocurre, en este mundo tan enfermo y decrépito.
La primera plaga, donde las aguas se convertían en sangre; unas aguas improductivas, que no sirven ya para nada y que solo traen consigo problemas y enfermedades. No hay nada más que mirar a nuestro alrededor o hacer uso de la historia, para ver como a lo largo de los siglos, el ser humano ha manchado de sangre las aguas de todo el planeta, con tantas guerras; millones y millones de personas que una vez tiñeron océanos, mares, lagos y ríos con preciada sangre, por culpa de la ambición, el odio y la codicia.
Un agua colmada de sangre animal, en donde tantos seres marinos han muerto por millares, no solo para alimentarnos, sino también para nuestro deleite y capricho, llevando a tantas especies hasta su extinción.
Unas aguas con un olor nauseabundo, por culpa de la contaminación que vertemos todos los días, toneladas y toneladas de aguas infectas, que por nuestra culpa, asesinan a todo ser viviente que se encuentre en sus inmediaciones.
Después vino la segunda plaga, las ranas, que en ciertas civilizaciones tenían significados de repugnancia o molestia y se asociaba a las habladurías y murmuraciones. Esta misma plaga también ha caído sobre la humanidad, tantas y tantas personas que son repugnantes en su forma de actuar, sin educación, sin respeto hacia su alrededor, personas que molestan de forma intencionada, estén donde estén. Una humanidad que murmura, que siempre está criticando a los demás, que se creen siempre mejores que el otro... una verdadera ola que machaca todo lo que cae en sus manos.
La tercera plaga, los mosquitos, hombres y mujeres que al igual que estos, molestan, siempre revoloteando alrededor de la oreja de alguien a quién picar, por envidia y celos. Gente sedienta de sangre, de conflictos, de traiciones, que desmontan los sueños de tantos soñadores de un mundo mejor. Que transmiten enfermedades, capaces de corromper las mentes de los demás, para beneficio propio, generando violencia, odio y guerras.
Luego la cuarta, los tábanos y moscas, que al igual que la anterior plaga, no solo se encargan de soliviantar, enfermar, aprovecharse y confrontar a las personas, sino que aparece donde huele a podrido y a descomposición, al igual que sus pensamientos. Gentío en masa, totalmente tóxica, que avanzan sobre los demás a traición, como un enjambre, para parasitarlos y transformarlos en gente asqueada ya, de tanta mierda.
Quinta plaga, la peste sobre el ganado, una humanidad que esclaviza, maltrata y revientan de dolor a todos los animales que existen sobre la faz de la tierra. Pervierten la naturaleza y su medio ambiente, ya sea por dinero o por puro placer, fracturando el maravilloso equilibrio de nuestra madre naturaleza y pasando por alto el sufrimiento al que someten a nuestros compañeros en este planeta, clasificados como seres vivos de segunda clase.
Le sigue la sexta plaga, que son las úlceras, hombres capaces de crear enfermedades en laboratorio por asqueroso dinero, e incluso empresas farmacéuticas que esconden las curas de muchas enfermedades por lo mismo, dejando que mueran millones de personas, y que solo unas pocas ricas, puedan acceder a la curación de estas; una plaga diabólica sin duda.
Séptima plaga, la tormenta de granizo y fuego, armas y bombas que caen del cielo arrasándolo todo, guerras que se extienden por todo el planeta, dejando arder sobre tantos inocentes un fuego destructor. Personas que desean ante todo un mundo en caos, por poder, dinero o pura enfermedad, que no tienen ningún respeto a la vida; realmente da miedo.
Continua la octava plaga, las langostas, una sociedad que como una nube de estos insectos, devasta todo lo que toca, lo arruina todo y el resultado, es un lugar seco, sin vida y aniquilado, sin importarles las consecuencias, ni entre ellos mismos, esto es un todos contra todos.
La novena plaga, las tinieblas y oscuridad, que el hombre tiene en su corazón, un egoísmo tan grande, que no le importa el sufrimiento ajeno, con tal de conseguir cada día lo que quiere. Que no piensa en ayudar y no mueve un dedo por los más necesitados; mentes oscuras y malvadas, que son capaces de tirar la comida, mientras otros millones mueren de hambre, algo horroroso, una perversidad que sobrecoge.
Y la décima plaga, la muerte de los primogénitos, por si no fuera suficiente todo lo anterior, aún queda lo peor… No basta con que este mundo sea azotado por estas terribles epidemias, sino que el ser humano se encarga de enseñarles las mismas formas de actuar a sus hijos a temprana edad, ya entonces, los asesina con sus actuaciones perversas, inculcándoles todo el odio, el egoísmo, la maldad, la destrucción, la ambición, la codicia, el maltrato y tantos males juntos que conllevan estas plagas. Jóvenes convertidos en monstruos y sin posibilidad de poder cambiar este mundo, para evitar tanto sufrimiento, para hacer de este planeta un lugar maravilloso donde vivir.
Como ves, no hace falta que ninguna divinidad envíe sus plagas para castigar al hombre, pues es él mismo, el que las crea y las alimenta cada día. Tú y yo somos parte activa en estas plagas. Vergüenza debería de darnos, el jugar con la vida de millones de personas cada día, e incluso con la de nuestra propia descendencia, ¿habrá algo más despreciable?, porque no quieres renunciar a tantos hábitos tan malos e indignos; porque tú, lo quieres todo y te da igual lo que le pase a los demás, ¡qué se mueran!... ¡qué más da!... naciste puro, luego te convirtieron en bazofia y ahora, conviertes a los demás en esa misma porquería en la que te has convertido.
¿Sabes qué?, las plagas son maldad concentrada y tú que estás ahí, también caerás, porque has hecho tanto daño... en tantos años de vida, que te has convertido en un cáncer viviente, y ya solo queda extirparte y eliminarte de esta sociedad…
...Recapacita sobre esto… si aún puedes....
Interesante ...
ResponderEliminarGracias Francisco.
EliminarARTPICULO EXCELENTE,LA VERDAD NO SE LA PUEDE OCULTAR ASÍ COMO LA LUZ DEL SOL CON UN PARASOL.EL HOBRE ES BUSCA SU AUTODESTRUCCIÓN DESTRUYENDO LA NATURALEZA QUE LE RODEA Y SU ESENCIA HUMANA.
ResponderEliminarMuchas gracias Humberto por comentar.
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