Translates to your language

domingo, 25 de diciembre de 2016

Mensaje de Navidad

La navidad es la época del año donde se celebra el nacimiento del niño Jesús, Dios hecho carne en este mundo. Aunque según los exegetas, la fecha del nacimiento concuerda con la época final del verano, pues es cuando coincide con el embarazo de la prima Isabel y los oficios de su esposo Zacarías, como también, la realización del censo romano, que obligó a María y a José viajar desde Nazaret a Belén de Judá, de donde según la profecía, vendría el mesías, el libertador. ¿Entonces, por qué se celebra en diciembre?, pues una de las teorías más comentadas, es que anteriormente, hace muchos siglos atrás, en este veinticinco de diciembre, se celebraba en otras culturas la llegada del solsticio de invierno, el nacimiento del dios Sol, que centurias más tarde la iglesia católica, reformó para eliminar estas fiestas paganas y a cambio, situar la Natividad, como manera de convertir a los gentiles.

Dicho esto un poco como introducción, el tiempo de Navidad es realmente especial, porque no deja a nadie indiferente, unos la quieren con locura y otros la detestan. La verdad es que yo comparto las dos posturas, a mí realmente me trae buenos recuerdos, las calles visten de luces, y se respira ilusión, sobre todo la de los niños; se dice que hay que ser mejores, y hay asociaciones y organizaciones que aprovechan este espíritu navideño, para recaudar más dinero y alimentos para los más necesitados, algo que es más que necesario. 

La otra cara de la moneda, opina que es una época muy hipócrita, porque parece que solo hay que ayudar en este tiempo, y el resto del año a los más necesitados "que les den"; y es verdad, que también se ve un ambiente muy superfluo, que el comercio aprovecha, para vender, vender y vender, como resultado final, el sentido de la Navidad se pierde por completo. Otros, pues no le gustan estas fechas porque recuerdan a familiares que fallecieron y la nostalgia hace muy duro, poder disfrutar de estas fiestas tan hogareñas.

Lo cierto es que si nos quedamos con el mensaje de la Navidad, que dice que Dios se encarnó humildemente, entre los más pobres, para señalar lo importante, y que cuando creciera, enseñaría un mensaje, que a mí personalmente me parece genial, y que se resume con el amor en mayúsculas. Así dice Él en las escrituras, - ...os doy un mandamiento nuevo, que os améis los unos a los otros como yo os he amado... -, y ¿cómo amó Jesús según las escrituras?, pues en nuestros males, para enseñarnos a vivir en el amor hasta la propia muerte, llegar a amar hasta al enemigo (un amor totalmente perfecto e inhumano a mi modo de ver). Hay que admitir, que el mensaje, la historia de este hombre es una maravilla y si lo hubiéramos llevado a cabo, el mundo sería todo lo contrario, de lo que es hoy en día.

Entonces, aquí viene el problema, está claro que esto no se cumple en este planeta, no lo cumple nadie, ni siquiera los creyentes, ni el mismo Papa… Cuando a uno le pisan, grita y se revuelve; no vas a permitir que te machaquen tu pie, como es normal.

Pero bueno, el tema es que este mensaje tan profundo, debe nacer de dentro de la persona, hacia afuera, esa tendría que ser la Navidad; algo que transformara al ser humano, no solo en diciembre, sino para todo el año, con un comportamiento completamente diferente. Eso es la teoría, pero la realidad es que esta fiesta está totalmente vacía, rellenamos las calles de luces, cantamos villancicos de paz y amor, gastamos mucho dinero en cenas con alimentos caros, compramos muchos regalos, aprovechamos también para viajar… pero… ¿y el mensaje de la Navidad?, ¿qué ha pasado con él?.

Los mismos pobres de siempre, deambulan por las calles muertos de hambre y frío, cientos de animales abandonados y maltratados en las calles de tu barrio, una gran necesidad y sufrimiento te rodea, siguen las guerras y los conflictos en el mundo… hay gente que se llega a pelear en los centros comerciales por un regalo, también hay un gasto enorme económico, por parte de los ayuntamientos… ¿y tú qué haces?, ¿comer gambas, pavo, jamón y muchas exquisiteces mientras ocurre esto en el mundo, en tu propia barriada?, ¿esa es tu Navidad?, a estas alturas entenderás que de mensaje... poquito, ¿verdad?.

¿Qué ha pasado con el ejemplo de Jesús?, ¿qué estás celebrando?, porque hasta el que no es creyente, se deja contagiar de esta fiesta, aunque sea solamente de una manera social, y todos nos comportamos igual; ¿qué tú no?, vale, vale, miéntete a ti mism@, a mí no engañas.

Nos encontramos con que el creyente es un hipócrita, porque hace todo lo contrario de lo que le dice e hizo su dios, ¿no?... y si no me crees... este año para Papa Noel o los Reyes Magos, en vez de comprar el IPhone 7, que vale mucho, el dinero dáselo a un pobre… o todo el que te vayas a gastar en comida, dónaselo… o bien invítalo a comer a tu casa… ¡aah!, ¿a qué no lo vas hacer?, pues entonces, como dije antes, eres un hipócrita y no me vengas predicando tu religión e intentando darme lecciones de buen samaritano; ¡vete a tu misa, reza mucho, date golpes de pecho, mira al cielo esperando un milagro y olvídate del mundo!.

Por tanto, la fiesta de Navidad, véase como una festividad religiosa o simplemente cultural y social, es muy falsa; si a nadie le faltara un plato en la mesa, si todas las personas tuvieran un techo caliente donde cobijarse, si las guerras se paralizaran, se recogieran a los animales abandonados, se le hiciera compañía a los ancianos que están solos (tirados en muchos asilos también), etc., entonces, adornemos las calles, comamos manjares, y celebremos que el mensaje de la Navidad llegó para quedarse y hacernos felices a todos, pero esto no es así, porque esta sociedad es muy egoísta, sea o no creyente.

Yo no digo que no se celebre, para nada, pero sí que seamos consecuentes con nuestros actos, y que aunque tú y yo no vamos a salvar el mundo, quizás este invierno podamos salvar alguna que otra vida, con el dinero que tenemos destinado para gastarnos en tantas tonterías; esta sociedad en donde no existen los adultos, solo niños grandes y egoístas que miran por sus intereses, y no son capaces de tener un poco de empatía hacia el sufrimiento ajeno, que miran para otro lado mientras niños y ancianos mueren de hambre y frío. 

La navidad... vergüenza para los creyentes e incongruencia para los demás.

Para finalizar os voy a contar algo que me ha ocurrido hace unos días, ahora que estamos en plenas fiestas. Pasando por el centro de mi ciudad, me fijé en un mendigo, un hombre mayor, con el pelo canoso y barbas blancas, era tarde y hacía mucho frío, estaba pidiendo algo para comer (un hombre igual al relato que publiqué el once de diciembre, ¡hasta se parecía físicamente a la persona de la foto que acompañaba la publicación!); entonces me detuve a observar, se situó frente a una de las tiendas que mejores dulces navideños venden en Huelva, la gente entraba y salía con bolsas llenas de productos caros, él les pedía una moneda con un pequeño vaso que sostenía con las manos, pero nadie le hacía caso, curiosamente la tienda se llama Los Ángeles, llama la atención.

Pero es que al otro lado de acera, hay una iglesia muy conocida en Huelva, y coincidía que los fieles venían de escuchar este mensaje de la Navidad, porque salían de misa; ninguno, al pasar a su lado le echó cuenta, parece que la comunicación con Dios les fallaba, aunque hubieran comulgado… pero es que, junto a la iglesia, hay una tienda de libros y enseres para la liturgia cristiana, que lo llevan unas monjas, tampoco los que salían de allí le echaban cuenta (y en el escaparate vendían unos belenes de más de ochenta y cuatro euros, que es bastante dinero para unas figuras de barro).

Realmente me quedé impresionado, ¡NADIE! se conmovía de pobre anciano. Porque yo, que ya no creo en estos temas, veía como ese hombre en el centro de la calle, era el verdadero mensaje hecho carne de la Navidad, para mí, era la estrella que estaba brillando con gran intensidad, en el paseo más caro del centro de la cuidad; yo veía su resplandor, era imposible no verlo, ¡y nadie se daba cuenta!, creyentes y no creyentes, todos con muchas bolsas de regalos, aturdidos bajo las luces de Navidad.

A esto me refiero respecto a todo lo que he comentado, la foto de la publicación es mía, la hice en ese momento y con una flecha blanca os he señalado al mendigo, un hombre mayor al que ya le fallaban las fuerzas. La verdad es que iba con prisa porque tenía que entrar a trabajar, pero me acerqué, le tome por el hombro y le felicité las fiestas, el hombre me miró, y me quedé impresionado, pues su mirada estaba ausente, propia de alguien que siente el desprecio de todo el mundo, la verdad es que me marcó. Por supuesto, le di dinero para que al menos esa noche no pasara hambre y espero volver a verlo, para invitarlo a un café y poder ayudarlo más.

Solo puedo decir, y me emociono al pensarlo, que ese día yo pude acercarme al mensaje que ese supuesto dios proclama; y realmente este pobre, me trasmitió todo lo que pienso hoy en día de la Navidad, o de lo que debería ser, nunca olvidaré esos ojos perdidos, vacíos y esa debilidad que nadie supo ver esa noche… espero que tuviera un sitio para guarecerse del frío…

Esto es lo que puedo decirte del mensaje de la Navidad, a lo mejor no te gusta, así que, que nadie me hable entonces de Ella, pues si eres capaz de entender su significado, no te hará falta que llegue diciembre para ayudar a los demás. Ese día solo vi desprecio y el egoísmo propio de mi especie… otra Navidad vacía… ¡qué asco!... un anciano despreciado por todos… todavía esos ojos, aún me persiguen en mi mente… ¿Feliz Navidad?... ¡venga ya!.

2 comentarios:

  1. Magnifica reflexión, yo también he escrito sobre ello muchas veces y no solo en Navidad, sino constantemente.
    Poco se puede añadir a lo dicho, salvo reiterar lo dicho, y tenemos lo que más desprecia Dios: Hipocresía.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Así es, muchas gracias por tu comentario.

    ResponderEliminar