“Antes quería salvar el mundo, este bello lugar, pero… que ilusa era entonces, es una tierra de magia y fascinación, digna de ser amada sin reservas, pero cuanto más te acercas… más vislumbras la gran oscuridad que encierra. Y la humanidad (sonriendo tristemente)… la humanidad merece un capítulo aparte, lo que uno hace al enfrentarse a la verdad es más difícil de lo que pueda parecer, yo lo aprendí a la fuerza, hace mucho, mucho tiempo… y ya jamás volveré a ser la misma.”
Así empieza una narración de una diosa, en una película que estuve viendo el otro día, y estas palabras me hicieron reflexionar, sobre la vida, sobre mi experiencia vivida en estos últimos años. Me pareció un tema muy interesante, ya que creo que más de un@, se sentirá identificado con todo esto.
Aunque es con los dieciocho años recién cumplidos, cuando a una persona se le considera mayor de edad y por tanto adulta, la verdad es que es imposible ser maduro en tan pocos años, pese a que sea una mente maravillosa, buena o educada, aunque haya sufrido lo indecible y con ello aprendiera más rápido, una parte de la realidad de este mundo. Es necesario más tiempo para poder forjar a base de dolor y placer, de alegrías y sufrimientos, una experiencia mínima como para ser totalmente consciente de las reglas del juego, en el que estás metid@ sin tu consentimiento; por mucho que las generaciones aprendan más rápido gracias a internet y las nuevas tecnologías, hay cosas que siempre requerirán diferentes etapas en el tiempo, que disipen las distintas cortinas de humo, que esta sociedad te tiene preparada…, y eso… el que llegue a descubrirlas, pues muchos se quedan en el camino, bien por ignorancia, pereza o incluso adrede, para intentar esquivar absurdamente la cruda realidad. Esa, con la que algún día, más tarde o temprano, se dará de bruces contra él y lo devorará en el pánico más horrible que se pueda conocer, pues no se ha interesado, y la faz de la Parca, transforma la cara del hombre más prepotente y seguro, hasta reducirlo a cenizas en pocos segundos.
Es cuando estás sobre los treinta, que comienzas a darte cuenta del agujero en donde vives, y compruebas de verdad, que la inocencia la perdiste por el camino de los adultos hace ya tiempo, prácticamente sin querer y sin darte cuenta. Al caerse el telón, la mayoría no hacen nada para cambiar, sin embargo, otros, intentamos revertir el proceso, y restaurar todo lo que hemos destruido, deshacer lo que nunca debió pasar… pero cuanto más énfasis le pones, más se levanta el sistema, no ya la administración y los políticos, sino la gente que te rodea, tus compañeros de trabajo, tus amigos e incluso tu familia, de aquellos de los que nunca lo hubieras imaginado, para que todo siga igual, ahogando toda esperanza, como si esta sociedad se comportara como auténticas arenas movedizas… al final, llegas a una conclusión aterradora… estas sol@ en este intento y solo puedes contar contigo mism@.
Después de esta experiencia, al ver que no se puede desandar lo andado, que ya nadie quiere empatizar y el daño ya está hecho, solo queda la solución de mirar al presente y cambiarlo para construir un futuro mejor, poner todas nuestras fuerzas en modificar nuestros malos hábitos en singular, que tanta muertes en plural traen diariamente. La idea de salvar al mundo se desvanece, ya no quieres ser un héroe, ni siquiera lo intentas, pues no es cuestión de convencer a nadie con palabras, sino con tu propia experiencia de vida, sin que tu atisbes, si los demás te siguen o no.
Año tras año, recibes palos, y más palos, para disuadirte de esta idea, oscurecer tu horizonte, para que solo pienses en ti y nada más, pero cuanto más sufres, más fuerte te haces y también más sabi@, pues eso es lo que hace el tiempo en las personas... por lo menos en algunas. Has entendido que esta guerra se libra sola, que los frutos de tus buenas acciones no los verás en su plenitud, pero están ahí y algún día florecerán, para hacerle entender al mundo, que no vas a tirar la toalla JAMÁS, y que continuarás mientras te quede un soplo de vida, aunque vayas sol@, pues creo en lo más grande que tiene el ser humano, el amor y la compasión, estas, algún día moverán el mundo y como si fuese un virus, ya nada las podrá detener.
Este es mi credo, esta es mi forma de vida, no sé si estaré equivocado o lo haré bien, si solo es una mera utopía, y sé que no soy un superhéroe, pero sin duda, lo pienso y… ¡ey! merece la pena morir por esto, ¿no te parece?, es nuestra elección personal.
Por eso para terminar, te animo a que no te conformes ante lo que tus ojos ven, no creas que la naturaleza del hombre solo es la destrucción, es verdad que ha sido duro, pues empezamos con una manera de pensar hermosa, y la crueldad del ser humano, ha quedado tatuada en nuestras espaldas, como si se tratara de mil latigazos, a cual más doloroso. Pero ya hemos cambiado, no somos los mismos que al principio y hemos entendido en su totalidad que debemos hacer, sin necesidad de tener superpoderes.
Acabo el post con las palabras de esta diosa, que aun llena de poder, también comprendió sus limitaciones en esta realidad:
“Antes quería salvar el mundo, acabar con la guerra y devolver la paz a la humanidad, pero entonces vislumbré la oscuridad que vive en su luz, y aprendí que dentro de cada hombre, conviven ambas… es una batalla que cada uno ha de librar en solitario, algo que ningún héroe jamás derrotará, y ahora sé… que solo el amor puede salvar el mundo, así que me quedaré luchando y me entregaré, por el mundo que puede llegar a ser, esta es mi misión ahora… ahora y siempre.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario