En el refranero hay una cita que dice, “la letra con sangre entra”, y esto no solo lo podemos aplicar a su significado más común, entendiéndose que es necesario el trabajo y el estudio para aprender o para avanzar en algo, incluso a veces, llegar al castigo corporal como estímulo para ilustrar. También se me viene a la cabeza el sometimiento lento y poderoso que el ser humano recibe de un grupito de personas que mueven los hilos en esta sociedad.
Es algo establecido desde hace ya siglos en las mentes de las personas, que como un goteo, erosiona la roca más dura… así me siento yo en este mundo, pues realmente la culpa no es de este grupo elitista con tanto dinero, el delito lo comete la masa de millones de personas que consienten todo esto y que además no ayudan nunca, todos unos parásitos del sistema, y estos segundos son idiotas, pues no sacan ningún beneficio a cambio.
Entonces, cada jornada en mi quehacer diario, en mi compromiso por ayudar a personas necesitadas o animales abandonados, veo como se me ponen trabas por todas partes, de las administraciones, los cuerpos de seguridad y la gente en general. Parece que ayudar hoy en día ya no se lleva, pero el sufrimiento en este mundo crece y la necesidad cada vez es mayor, incluso los pocos que ayudan, se pelean entre ellos y no están dispuestos a unirse o a sacrificar, parte de su tiempo o dinero, en la medida de lo posible, para continuar haciendo el bien… algo que realmente escasea.
Y así, empieza uno a asumir una serie de responsabilidades, a dejarse el dinero, su tiempo, la salud y la propia vida… mientras los demás, les importa un carajo lo que le ocurre al de al lado. La impotencia crece y el odio ante tanta pasividad de la especie humana que me rodea, hacen que mi mente se nuble, colapsada por intentar hacer de este mundo, un lugar un poco mejor, para dar oportunidades a todos los seres vivos que pasan por mi lado. Pero llega un momento, en donde el agotamiento físico y mental es tan grande, que la imposibilidad de la situación me deja en un estado de sufrimiento tal, que al mirar al lado y ver cómo mientras yo me echo las manos a la cabeza y voy corriendo a socorrer, el de al lado, mi vecino, mi familiar, mi propio pueblo, mira hacia adelante con corazón helado y sigue su absurda vida, gastando el dinero en estupideces, no doy crédito, entretanto otros suplican (si es que pueden) algo, lo que sea… o simplemente sufren hasta la muerte.
Esta desgracia se repite cada día, cada hora, cada minuto por todos lados y ni siquiera hace falta que salga de mi ciudad… y casi nadie quiere ayudar, ¡qué despropósito, qué repugnancia, qué vergüenza de humanidad!. Resulta que después el que se queda con mal sabor de boca soy yo, todo por hacer lo que entre todos deberíamos construir, mientras los demás son “felices” con sus vidas llenas de cosas insulsas, y eso sí, mucha fiesta, alcohol y cachondeo, - a mí mientras no me toque, me da igual, que cada uno se las arregle como pueda -, - que ese pobre no come en tres días, ¡qué se muera, algo habrá hecho!, que ese gato está enfermo, ¡cuánto antes esté muerto mejor, a ver si me va a contagiar cualquier cosa! -, retrasado ignorante, no mereces vivir.
Con este pensamiento al final, viendo que la desgracia se derrama, se desborda como un río por todos lados y el resultado es un mundo reventado… uno piensa, ¿y por qué tengo que sufrir por esto, por qué tengo que cargar yo con la ayuda, que veinte personas deberían hacer?. Y empiezo a entrar por el aro, comienza mi sometimiento, a empezar a pasar de todo y preocuparme solo por mí, ya que parece inútil cualquier cosa que haga. No importa cuánto dinero o tiempo tardes en rescatar a gatitos que un desalmado ha abandonado en una bolsa, mañana habrá diez más y pasado veinte; no importa cuánto le dediques a un pobre, mañana aparecerá otro, y pasado tres más; no importa cuánto ocupes en denunciar, la policía no acudirá y los ayuntamientos no es que no hacen lo que tendrían que hacer por obligación en sus ordenanza, sino que ni siquiera colaboran… tampoco la gente de a pie.
Todo un despropósito, para ir convirtiéndome en uno de ellos, uno más, un individuo sometido, engañado por unos ricos que te dicen cómo tienes que ser feliz… y el que sufra… mala suerte. Tú dedícate a lo tuyo, tu trabajo, tu casita, la hipoteca, el préstamo, tu tele que no cabe por la puerta, tu coche de alta gama, el móvil también de alto standing, mucha comida, mucha fiesta y a vivir que son dos días.
Esta es la maldita realidad que vivo cada mañana al abrir los ojos, por mucho que haga o que diga, la gente no quiere cambiar y lo peor, es que su maldad y egoísmo con el tiempo van haciendo presa de mí, me siento sometido y tentado, pues yo también deseo una existencia sin problemas, donde la mayoría de mi tiempo sea para disfrutar. Pero no puedo, porque he conocido la verdad que está ahí afuera, me he enfrentado cara a cara con el sufrimiento y sé la necesidad que hay al salir de mi casa, por eso, no puedo decir hasta donde llegaré, pero hoy lo único que quiero decir, es que estoy harto de tanta mierda, si por mi fuera haría desaparecer al ser humano de la faz de la tierra, pues no se merece estar sobre ella, la historia lo demuestra.
Me siento profundamente asqueado y cansado de tanto egocentrismo, de tanta codicia y tanta mente retrógrada y pestilente, verdaderos cerdos que se revuelcan en el lodo de sus putas apetencias. No cambian, no cambias, ahora sé que moriré con la insatisfacción de no poder ver un mundo mejor, por tu culpa estoy sometido, encadenado, no puedo continuar, manos más que trabajadas durante tantos años para nada.
Me produces nauseas…
No hay comentarios:
Publicar un comentario