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Una voz susurraba a Shio, - hay una semilla del mal
en todos nosotros, simplemente no sabemos cuando comenzará a crecer -, era la
reina, que sostenía en la mano una forma parecida a un avión de papel, todo
estaba muy oscuro y supo que era su madre solo por la voz, cuando se dio
cuenta, ya no se encontraba con ella. Estaba claro que su madre no iba a darle
la solución, quizás la propia reina estuviera también perdida, o no quería
mostrarle la realidad por completo… La princesa estaba demasiado confundida,
quizás el salvador, ese que estuvo jugando con el trono y al que su madre la envió,
pudiera darle respuestas.
Mientras se dirigía a las ruinas, no dejaba de pensar
en esas palabras tan oscuras, que su madre le pronunció, ¿qué significaba todo
eso?, - este no es mi mundo -, decía, desde la lluvia negra todo ha cambiado mucho,
la duda crecía en su interior y tenía interés en conocer el mal que la reina
quería eliminar.
En el aire volaban aquellos aviones, de color negro y
no solo emanaban hostilidad, m bien ﷽﷽﷽﷽piraba...diemanaban
hostilidad de dre no iba a darle la soluci de color azul, Noa suspiraba...diás
bien querían pegarse a ella y formar parte de su mente, el vestido de la
princesa se fue volviendo negro a cada paso que daba y la oscuridad controlaba
su mente, estaba cansada y solo quería huir de todo esto. En lo alto de las
ruinas estaba el salvador, jugando con estos aviones, pero eran más grandes,
ella llamó su atención:
- ¡Salvador! -, dijo Shio, - ¡lánzame lo más lejos
que puedas! -, mientras le señalaba al horizonte.
- ¿No tienes miedo que nos vean juntos?, respondió el
enorme guerrero.
- No te preocupes, nadie lo hará.
Tomo a la princesa con sus grandes manos, y la colocó
en uno de estos aviones, en ese momento, apareció la reina, viendo la
situación, voló hacia ellos y grito desesperada, - ¡para, te lastimarás a ti
misma! -, pero el salvador la lanzó muy fuerte hacia ese horizonte desconocido,
oscuro, una parte aun por descubrir, quizás escondida por su propia madre.
Al llegar al otro extremo, no había tanta oscuridad
como se imagina, todo lo contrario, tenía un mundo nuevo frente a si, y con
curiosidad lo exploró, era distinto, había puertas cerradas con perlas, que no
dejaban avanzar a Shio, pero si ha sido capaz de combatir con el monstruo, el
poder de su madre, no serían un impedimento para adentrarse en lo desconocido…
Llegó a una hermosa estancia, nunca vista antes, y en
ella había una imagen conservada, una pieza de este puzle que no llegaba a
encajar, en ella se veía al ser adulto con la menor en sus brazos, pero
rápidamente la imagen se tornó negra y se rompió en miles de pedazos,
atacándola hasta hacerla caer una vez más. Volvió a ese extraño mundo, quizás
más familiar últimamente que el suyo propio, escuchaba las risas de los
pequeños que jugaban con aviones de papel, mientras su madre les estaba
regañando… al liberarse, escapó hasta la entrada a palacio, algo le decía que
pronto acabaría todo. Al llegar al portal, ya no dudó, ni se paró, no le daban
miedo los temblores y los estruendos, se adentró para descubrir lo que había detrás
de la oscuridad, pero tan solo pudo ver a la mujer con las manos en la cabeza,
mirando hacia una puerta…
Había escampado, tan solo caían cuatro
gotas, el cielo estaba despejado, ya había atardecido, y un sol que terminaba
su jornada, solo permitía dejar ver a contraluz, la sombra de Noa arrancando la
hoja del cuaderno. Después de mirar ese maravilloso atardecer, se giró con
determinación hacia la casa, que estaba justo detrás de ella.
Caminó hacia ella, hasta las largas
escaleras que comunicaban la playa con la vivienda, y antes de subirlas se
sentó por última vez y echó una ojeada al cuaderno, había un dibujo de fuego y
humo a la derecha y más aviones de papel en la hoja izquierda…
Shio sabía que al volver a palacio las cosas no
serían igual, y al entrar en la sala del trono, vio que todo estaba
desordenado, el ambiente era raro, nublado, quizás por un humo extraño, había
fuego flotando en el aire, que alumbraba la oscuridad que inundaba el lugar,
aunque ya se lo imaginaba, se alarmó porque la reina no estaba, ella grito
buscándola, - ¡madre! -, todo había cambiado, estaba sola en este mundo. Decidida
salió del palacio a solucionar el problema, aunque en eso le fuera vida, estaba
dispuesta a crear algo nuevo si hacía falta, a inventarlo, madre ya no estaba,
no la había visto desde después de su último viaje, y todo estaba transformado,
¿por culpa del coloso?... ya no lo tenía tan claro.
Avanzó con decisión, todo lo que era del planeta quemaba
y agredía, pero entre movimientos muy ágiles sorteaba las trampas, se había
hecho muy fuerte desde que todo comenzó, ya solo quedaban ruinas. Después de
mucho caminar, oteó a lo lejos al monstruo, estaba tirado en el suelo, muy
herido, cerca estaba el salvador que al ser atacado por este mundo agresivo,
cayó también al suelo, pero algo curioso ocurrió entonces, al margen de lo
que hubiera podido imaginar la princesa.
El coloso, el monstruo y el enemigo de la madre, se
acercó al salvador a ayudarlo, se lamentaba de lo que le había pasado. Shio no
tenía palabras, sintió que todos sabían lo que ocurría menos ella, ¿por qué el
monstruo se apiada del salvador, el que tenía que matarlo?...
Las piernas le temblaban, su mundo era ya
irrespirable, inhabitable, pero avanzó hasta el final, entonces una última
imagen apareció ante ella, estaban los cuatro seres juntos, abrazados, y de un
destello cayó al suelo, y sin resistirse se dejó llevar para entender lo que
aun no comprendía. La visión era distinta a todas las demás, una casa, un
hogar… se palpaba felicidad, giró la cabeza al escuchar a los pequeños reír,
también los adultos estaban allí, todo parecía tranquilo y por primera vez no
quería irse de allí, aun confusa, sin
desearlo una fuerza la arrastró violentamente hacia fuera de la estancia,
volviendo otra vez a su mundo destruido; al fondo se veía claramente, como
tanto el monstruo, como el salvador sufrían, mientras Shio también gritaba de
dolor, entonces desató un poder de su interior como nunca se había visto, podía
transformar su mundo, las estructuras bailaban al son de su danza, mientras el
monstruo tomaba al salvador herido de muerte y se lo llevaba en brazos. Ella los
siguió hasta un portal, sabía que esta era la última puerta que atravesaría, no
sabía lo que vería y qué ocurriría después, pero no le importaba, mientras
intentaba no caerse por los temblores, traspasó el portal y otra vez un
silencio que hacia daño, solo había oscuridad, un túnel vacío y nada mas…
Al arrancar la última hoja, solo quedaban
dos dibujos, el primero de la izquierda, donde aparecía un hombre extraño y un
niño agarrados de la mano, que ahora se completaba con la última página, una
niña y su madre de la mano, el dibujo acabado, los cuatro juntos… cerró el
cuaderno, su cara era distinta, subió los escalones lentamente, pues eran muy
altos, hacia la casa, y mientras se dirigía a la puerta, entre el ventanal del
salón se distinguía a un hombre mayor sentado en el sofá…
La princesa estaba sentada en el trono, no podía más,
todo tenía que haber cambiado, era la última puerta, sin embargo… aquí estaba
ella, sentada en lo poco que quedaba de su mundo, lamentándose de su fracaso;
pero entonces oyó al monstruo quejarse por sus heridas mortales y creó un
puente que le llevo directo a él, estaba muy mal y, ¡oh!, enfrente suya había
una puerta creada por el monstruo, ¡esta sí era la última!, fue atraída a ella
y al traspasarla lo comprendió al fin, vio a los niños llorando y correr,
mientras su madre los detenía, el otro adulto, su padre, tenía las maletas en
la puerta y se marchaba… lo sentía como si lo hubiera vivido… traspasó la
puerta lentamente y volvió junto al monstruo, que agonizaba entre jadeos, al
que lo abrazó… ella le dijo llorando:
- ¡Padre!, ¿por qué nos dejaste?...
- …Porque… porque podía…, y gritando se hundió para
desaparecer…
Shio cayó al suelo, ahora lo entendía todo, mientras
asimilaba la verdad, una vida nueva crecía en su interior…
Noa estaba frente a la puerta de
la casa, estaba nerviosa y dudosa, puso el dedo en el timbre, pero no sabía si
tocarlo, en ese momento el coche rojo apareció aparcando junto al porche de la
casa…
Ella había encontrado por fin, la paz consigo
mismo, todos estos años… sin aceptar tantas cosas, todos esos dibujos reflejaban
el escape del sufrimiento, cuando era niña, pero ahora ya es mayor, su hijo
está apunto de nacer…
¿Llamaría al timbre para mostrarle el
cuaderno y preguntar lo que aun no sabía sobre su hermano, su madre y Él?, ¿quién tuvo la culpa?, ¿o
se daría media vuelta y se marcharía en el coche, dejando a su padre y
respetando el pasado sin ahondar más en él?... quizás el cuaderno... debería haber
estado hace tiempo en una papelera como la que estaba junto al coche rojo aparcado…
FIN
Basado en el gran juego Bound