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domingo, 31 de julio de 2016

La libertad de expresión

Hoy en día, desde que la información hizo un boom en nuestras vidas, e invadió nuestros hogares mediante esa gran herramienta que es internet, no dejamos de hablar de ese maravilloso derecho fundamental, recogido en la Declaración Universal de Derechos Humanos, artículo 19, la libertad de expresión.

Yo estoy a favor totalmente de esta libertad, siempre y cuando no se calumnie, no se use para la manipulación o se haga daño a las personas de una manera injustificada. La irrupción de las redes sociales en nuestras vidas, fue el punto de inflexión, pues antes, este tema parece que estaba más relegado a los medios de comunicación y a los periodistas, aunque, la censura siempre fue fuerte, y nuestras generaciones pasadas sufrieron también, la supresión de esta libertad.

Y es que es algo terrible, no poder decir o manifestar lo que uno piensa, tanto si es bueno, como si es malo, realmente el sentimiento es como si estuvieras en una cárcel.

Claro está, con el poder en las manos de decirle o enseñarle al mundo entero lo que uno quiere, tienen que crearse unas normas, para el buen uso de lo que se puede publicar, y así, no dañar a nadie, pues ya hemos visto muchos casos de bullying, en los que una simple foto o vídeo, ha arruinado la vida de muchos pequeños. Una libertad mal entendida por muchos jóvenes, que abusan de estas herramientas, para bromear, chantajear o destruir con saña la vida de un niño, llegando en algunas ocasiones al suicidio.

Por eso, yo soy de los que pienso, que los jóvenes hasta cierta edad no deberían tener un dispositivo móvil, algunos padres alegan que así, los pueden controlar y en caso de peligro, pueden pedir socorro, otros dicen la típica tontería - es que sus amig@s tienen todos teléfonos móviles -, bien, bien, sigue pensando así, muy lógico todo. Un celular es un equipo demasiado potente, en cuanto a posibilidades para bien y/o para mal, el problema, es que caemos en el error de darle algo creado para adultos, a un joven; pienso, que los móviles para jóvenes deben ser totalmente distintos a los nuestros, en primer lugar para protegerlos de adultos que puedan amenazarlos y de ellos mismos, entre si. Un simple teléfono, que pueda llamar y poco más, porque no lo necesitan y son niños, ¡que a veces se nos olvida!.  

La mayoría hemos crecido sin móviles, y aquí estamos, sin ningún problema, ni trauma alguno.

Pasando de nuevo al mundo de los adultos, en este afán por controlar la libertad de expresión, para que no se desmadre, creo que se han pasado y nuestros gobernantes actuales han creado leyes, como la ley mordaza, que tiene algunos aspectos negativos, con la intención de recortar este derecho fundamental, para impedir que el pueblo pueda unirse en protesta de una manera más espontánea o denunciar ciertos delitos. Hablamos del caso, de grabar o fotografiar agentes de la policía, aunque estén cometiendo una infracción, ¿si ellos tienen el principio de veracidad, cómo entonces se puede denunciar ciertos actos, como está pasando en EEUU con el racismo policial?, o el organizar una protesta (que puede ser pacífica, ¿no?) por redes sociales o castigar simplemente manifestaciones orales o escritas en la red que puedan generarla. Señores, ahí se han pasado, teniendo en cuenta el artículo 19 que antes nombré y que dice:

“Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.

Creo que aquí se produce una contradicción, ¿no crees?. Una cosa es controlar que el derecho se cumpla y otra muy distinta es querer acallar las voces, de quién no están de acuerdo o quieren denunciar algo. Si no tenemos cuidado con estas cuestiones, podemos llegar a una progresiva imposición, que deje al pueblo sin posibilidad de opinar, pues cualquier cosa, va a dañar la moral o el honor de cualquier persona o institución, dependiendo quien la haga.

Todos los días convivimos con halagos y calumnias, en nuestro día a día, y no se le da mucha importancia si no queda registrado en la red, dejemos que sea la propia persona afectada, la que denuncie si lo ve conveniente y que no venga un funcionario a poner normas sobre que comentarios, son denunciables, porque entonces, son los propios políticos los que deberían ser juzgado por lo que dicen y lo que hacen, según su magnífica ley mordaza.

Por eso digo que este país, es un país de hipócritas, donde todo lo que se dice de puertas para adentro es queja, crítica, y mucha verdad demasiado sincera, pero a la hora de que hables de cualquier cosa en un sitio público, como Facebook, ¡cuidado con lo que dices!, porque solo podrás hablar lo políticamente correcto, no se te ocurra manifestar lo que comentas en tu círculo de amigos, porque te crucificarán. Públicamente, siempre amplia sonrisas y muy solidarios, pero después en casa, en el trabajo, si que dices lo que piensas de la realidad. Por ejemplo, no se te ocurra decir, que te parece bien las concertinas que se colocan en la frontera de Ceuta y Melilla para que no se cuelen inmigrantes, porque entonces tú no eres persona. Bueno, y si hay gente que piensa que para el control de la frontera es un método efectivo, ¿qué pasa?, porque a nadie se le obliga a escalar una valla para que se claven las concertinas, de hecho los inmigrantes saben que está prohibido, no sé, parece bastante lógico, hay unas normas para entrar en el país, y a mi no se me ocurre violarlas en ningún otro lugar. Otra cosa, es que ojalá se usaran otros métodos, que estos no son deseables, que hubiera políticas de integración entre países y tal, porque estamos hablando de personas, pero si alguien opina eso, como idea, yo respeto su libertad de expresión, y no lo lapido, obligándole a rectificar; así, infinidad de temas, lo dicho, un país de gente que no es consecuente con lo dice, e intolerante con otras opiniones, aunque no puedan ser las más adecuadas. 

La propia opinión hay respetarla siempre, algo diferente, es prohibir ciertos hechos que puedan ocurrir, a partir de opiniones negativas o perjudiciales para la vida.

Desde luego yo no estoy de acuerdo con el mal uso de la palabra nunca, pero tampoco podemos seguir siendo unos falsos, tenemos que decir la verdad sin miedo, lo que está pasando, siempre con respeto; sea en solitario o en una reunión de personas, en internet o en la calle, con educación, pero con firmeza y desprecio ante las barbaridades, que se cometen en esta sociedad, porque ese es el mayor principio de la democracia.

Todo este sistema está programado para que no podamos movernos prácticamente ante las injusticias, hasta ir a juicio cuesta ya demasiado dinero, si seguimos permitiendo esto, llegará un día, que estaremos tan controlados y tendremos tanto miedo a expresar nuestras quejas, que el ciudadano vivirá en un estado de sitio, vigilado y controlado por los que tienen el deber de servirnos. No podemos aceptar que sigan violando la democracia y los derechos fundamentales que como personas tenemos reconocidos, o volveremos a acabar en una dictadura, pero esta vez legalizada... Defiende tus derechos, opina, no te quedes callado y actúa.


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