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miércoles, 10 de enero de 2018

Dos mundos (parte dos)

Puedes leer la primera parte en este enlace: Dos mundos (primera parte)

Noa seguía sentada en la orilla, entonces, arrancó del cuaderno la hoja de papel que tenía el dibujo del árbol, su cara reflejaba otra vez preocupación, había algo por lo que estaba inquieta, cerró el libro y se levantó lentamente para seguir paseando. La cala había cambiado, el cielo se estaba nublando, ya casi no le llegaban los rayos del sol, y la brisa amenazaba tormenta, pero aun se escuchaban a las gaviotas, todavía aquel sitio, seguía transmitiendo paz.

Continuó paseando hacia la casa, pero estaba ya de ocho meses, le dolían también los tobillos, cerca había un banco de madera, que miraba hacia el mar, y se sentó con cara pensativa, sin cambiar un ápice su expresión; volvió a abrir el cuaderno, al haber arrancado la hoja, ahora los primeros dibujos eran otros, a la izquierda un niño y la derecha una figura enorme, inquietante y oscura, que no parecía de este mundo, se quedo mirándolo un rato.

La princesa estaba sentada en la sala del trono, intentando comprender todo lo ocurrido, de repente escuchó un grito y atisbó la sombra del monstruo, pasar por detrás suya, al girarse ya no estaba, entonces surgió primero la sombra de la reina y luego apareció su rostro que le susurró, - ¿vas a estar aquí todo el día?, ¡Muévete! -, y de la misma manera desapareció. 

Shio, sale una vez más en busca de respuestas, pues no entiende nada y es la princesa, tiene una responsabilidad; no tarda mucho desde que sale en encontrarse otra vez al coloso, - ¿por qué siempre me encuentra tan rápido? -, pensaba ella, con odio intentaba atacarle, pero la princesa era poderosa, y sabía repeler sus ataques, también se dio cuenta de otra cosa, era la tercera vez que se enfrentaba a él, y aunque era muy fuerte, tenía heridas abiertas en su cuerpo de todos sus enfrentamientos, pero ¿se enfrentaba solo con ella, o con alguien más?.

Astutamente volvió a despistarlo, y tomó un nuevo camino en donde aún la belleza parecía que brillaba demasiado, al entrar por un pórtico, miró hacia arriba, y comenzó a dibujarse en el aire otra imagen, cuatro seres de la mano parecían, dos pequeños y dos grandes, era agradable… irradiaba paz… pero el monstruo apareció y con un grito destrozó la imagen y Shio cayó de nuevo al suelo.

Las formas geométricas bailaban, hasta encajar y tener otra visión clara, los dos seres adultos estaban como enfadados, gritaban y sus voces retumbaban en toda la estancia, por que algo se había estropeado, de repente, sintió mucha pena a su espalda, y los dos seres pequeños asomaban sus cabezas asustados… - ¡Ya basta! -, dijo la princesa dejando esa ilusión. Era la primera vez, que retornaba conscientemente al mundo real, se levantó y con furia comenzó a bailar y a desprender esa energía que tanto odiaba el coloso, asestándole un golpe muy fuerte, que le abrió otra herida profunda, y que le hizo huir rápidamente.

Jadeando, Shio y todavía muy furiosa, miraba sus manos, pues nunca había desatado un poder así, no podía creerlo… Quizás su madre tuviera algunas respuestas, entonces tomó un atajo, pues en su mundo había muchos portales que llevaban a palacio, pero al intentar atravesar la puerta, todo volvió a temblar como antes y mientras pasaba por el marco, visionó en el viaje de vuelta a casa, una escena del adulto femenino gritando y agarrando a los dos pequeños por las manos, mientras ellos lloraban porque querían ir a algún lado…

La mujer también arrancó esta página, cerró el cuaderno y lo apretó contra su pecho, giró la cabeza a la derecha y miró a la casa, estaba ya muy cerca. Se encontraba tan absorta, que no se dio cuenta, de que el cielo estaba nublado por completo, nubes negras y amenazadoras, ahora firmaban con un chispear de gotas de agua, la lluvia que iba a caer. Noa, miro al cielo, se puso el cuaderno en la cabeza, para intentar no mojarse, y caminó hacia una sombrilla y una hamaca que había frente a la casa, una vez debajo, respiró fuertemente, y aunque el viento era cada vez más violento, bajo el quitasol, a resguardo de la lluvia, abrió el cuaderno una vez más.

En la hoja de la izquierda una niña con coletas y semblante serio, en la de la derecha una mujer extraña, hermosa y en todo su esplendor…

Cuando llegó Shio, la reina estaba en el trono, rebosante de poder y dijo, - niña, un día vendrá tu reino, yo ya estoy cansada del mío -, las perlas que llevaba brillaban, y soltándose del cuello de la madre, acariciaron la cara de la joven, y con la misma energía desapareció por la puerta, sin darle tiempo a réplica a la princesa. La lluvia caía, pero esta vez no era negra, y fue en busca de su madre, ella sabía más de lo parecía, así que fue hasta los jardines flotantes de Norek, donde pasaron muchas horas juntas cuando era pequeña, unas enormes esferas preciosas, que tenían gravedad propia y podías recorrerlas como si fueran un pequeñísimo planeta, ¡qué divertido era estar boca abajo!... pero ahora ya soy mayor, pensaba la joven.

Mientras recordaba tiempos mejores, se quedó sorprendida, pues al darse la vuelta, el monstruo estaba disfrutando también de las esferas, al verla se asustó y se le cayeron. Comenzó a gritar tan fuerte pese a sus heridas, que Shio se dio cuenta, que no era la única que había crecido en poder, tuvo que escapar, esta vez sin enfrentarse al coloso.

Llegó a un lugar que ella usaba de escondite secreto, cuando era pequeñita, miró al suelo, observó los collares de perlas que le cogía a su madre y aun estaban allí… de pronto, las perlas se soltaron, flotaban en el aire, brillaban y se pegaron a la princesa dejándola sin respiración, entonces se desplomó en el terreno.

Tuvo otro espejismo, las imágenes que veía cada vez eran más aterradoras, los seres menores siempre estaban asustados, en un segundo plano, escondidos, los mayores discutían y entre ellos, había un montón de perlas, un collar rompiéndose en el aire, en esa escena tan dolorosa… entre gritos, volvió en sí, y arrancándose una a una, se liberó de esas cuentas y de la maldita visión. Corrió a palacio, tenía que hablar con su madre, sí o sí, al llegar al portal, se detuvo, porque seguramente sabía lo que iba a pasar, cogió carrerilla, pero mientras se acercaba todo volvía a temblar, era inevitable si quería pasar, su mundo se desdoblaba y al entrar con un fuerte estruendo dio paso al túnel del portal, donde una solitaria oscuridad, dejaba ver la silueta de la mujer con la cara sufriente y el niño llorando… todo era cada vez más claro, pero también más oscuro.

El cielo estaba oscuro, llovía fuertemente y bajo la sombrilla, la mujer tomaba la hoja y una vez más la arrancaba, como si de un rito se tratara, miró hacía atrás, hacía la casa y luego volvió su mirada al horizonte, observando como las olas movían las barcas del puerto. Su cara reflejaba tristeza y no podía irse de allí, pues se empaparía con la lluvia, así que decidió esperar a que aflojara, mientras abría el cuaderno, para ver las hojas que quedaban, a la izquierda una chica con un collar de perlas y a la derecha, muchos aviones de papel de color azul, Noa suspiraba…

Continuará...


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