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miércoles, 29 de noviembre de 2017

Dos mundos

El coche rojo se detuvo junto a la acera, delante de un paso de madera pequeño que va a la playa, del vehículo sale una mujer embarazada, con un sencillo vestido azul estampado con flores blancas y el pelo recogido con un moño también azul, tenía el semblante serio, y sujetaba un pequeño cuaderno entre sus brazos… miró algo preocupada, a una casa que estaba cerca, junto a la costa; cerró la puerta del coche y sin decir nada, bajó por el camino hasta la playa, mientras el coche se alejaba.

Al llegar Noa hasta la arena, se encuentra en una pequeña cala separada por dos espigones, a su izquierda luce esbelto, el faro del pueblo y detrás unas montañas se levantan como queriendo tomar todo el protagonismo, es un bello paisaje, son las tres de la tarde de un día de otoño, el sol luce en el cielo cálido, dando una temperatura ideal, una brisa suave recorre la playa, y el agua está en calma, tan solo se escuchan las gaviotas que acompañan a los últimos barcos pesqueros que faenan por allí.

Todo induce a la tranquilidad, ella se descalza y pasea hacia la orilla, disfrutando del olor de la espuma del mar, con las dos manos en su barriga y entre ellas su cuaderno, muy bonito, con las tapas negras, parecidos a los de contabilidad de toda la vida, pero siendo de hojas cuadriculadas simplemente. Camina despacio en dirección a la casa, pero se detiene, la espalda le duele y decide sentarse en la arena mirando hacia el horizonte azul, el sol sigue dando calor entre unas pocas nubes blancas…

A menos altura, se erige otro sol pero con un color distinto, con un tono a bronce, sin ninguna nubosidad en el cielo… la vista es impresionante desde palacio, y entonces, una puerta en el aire se abre y se agranda tapando al astro rey, aparece de ella una figura grande, alta y hermosa, nada que ver con lo que nosotros conocemos, es una reina, su faz no tiene ni ojos, ni boca, ni nada que conozcamos, es como una careta metalizada preciosa… está preocupada, mira hacia el gran ventanal, hacia el horizonte dorado y llama a su hija, que acude rápidamente; ellas se comunican sin palabras, nosotros tan solo escucharíamos susurros algo inquietantes. - ¡Princesa! -, dijo la reina, - ¡si madre! - contestó la hija levantándose rápido… - Un monstruo está destrozando mi reino, ¡ve y detenlo! -; La joven Shio, asustada, se volvió y corrió hacia afuera para obedecer a su madre, con movimientos gráciles, como los de una bailarina. 

Su mundo era algo difícil de entender para nuestra realidad, estaba en constante movimiento, piezas geométricas de diferentes tamaños se desplazaban velozmente, su suelo era un mar de estas formas, que ondeaba como el agua, del que surgían gigantescas estructuras, que volvían a hundirse velozmente. Era un sitio mágico, todo se movía y los colores eran muy intensos, en este mundo, el palacio se retorcía en el espacio a placer, sin saber si estabas arriba o abajo, pero eso no importaba, todo era muy bello… La princesa recorrió todo el palacio, que era enorme; al llegar al final de este, se encontró sin esperarlo, de cara con su enemigo, un coloso enorme, de su especie, y dos cuernos en la cabeza, estaba sentado y al instante el monstruo la reconoció, tiró una especie de pieza enorme, parecida a la figura del rey en el ajedrez, e intentó atacarle con furia; entonces el grito provocado por el coloso, hizo que Shio se desvaneciera en el suelo y tuvo una visión desconocida para ella… entre la oscuridad vio algo, eran tres seres sentados a la mesa, uno mayor que los otros dos y jugaban a una especie de juego, el mayor señalaba un pequeño objeto… estaba todo muy sombrío, tenía una sensación rara, se escuchaban risas como de niños en la lejanía, con un eco que le asustaba…

Al despertar, la criatura no estaba, entonces, apareció otra vez la puerta negra en el aire y surgió su madre descendiendo hacia ella, preguntándole, - ¿qué te ha pasado? -, - es muy fuerte madre, te he fallado -, mientras agachaba la cabeza y se incorporaba. - Hay un guerrero, un salvador escondido en lo profundo, debes encontrarlo y convencerle para que nos ayude -, dijo la reina.

Se puso en marcha, para buscar al guerrero, ella siempre obedecía rápidamente a su madre y pensó que se encontraría al norte de las tierras áridas, donde quedan unas ruinas llamadas Hika mei, que significan, el corazón del guerrero; no fue fácil, tardó dos días en llegar, hasta alcanzar una brecha, por la que se deslizó… allí estaban las ruinas y una estatua construida en su honor, dos manos abiertas, y en medio lo que parecía un corazón… Shio se acercó con su forma delicada al andar, y escuchó una voz.

- ¿Quién se atreve a entrar en mi reino? -.

- La chica contesta, - ¡salvador, ayúdame a matar al monstruo! -. 

- ¿Qué monstruo es ese? -, susurraba la voz. 

- ¡Uno que está destruyendo el reino! -.

- Ese reino ya se fue hace tiempo -, murmuraba con odio…

El salvador era muy grande en tamaño y quiso agredirla, pero al defenderse desapareció de allí, entonces, sintió algo que había detrás de los muros de las ruinas, al llegar se encontró otra vez, de repente, al enorme monstruo, luchando contra su madre, al ver a Shio, la atacó, pero ella supo cómo esquivarlo, pues sus movimientos le protegían del coloso…

La mujer sentada junto a la orilla, ya más relajada, cambió su semblante y dejó de observar el horizonte; el aire era muy agradable, bajó la mirada, abrió el libro que con tanto afán protegía. En la primera página había dibujado un castillo o una fortaleza, pasó la hoja y a la izquierda, había un dibujo extraño de un niño y un hombre agarrados de la mano, ojeó rápidamente el libro hasta el final, y volvió al principio, donde había dibujado a la derecha una especie de árbol, sus hojas eran cuadradas con colores verdes de distintas tonalidades, se quedó pensativa…

La princesa estaba en la sala del trono, y apareció el salvador, parecía tan grande y fuerte como el monstruo, podría quizás con el enemigo; este empezó a jugar con el trono, ella le dijo:

- ¿Qué estás haciendo?, no lo toques, está prohibido -.

- Puedo hacer lo quiera -, decía rompiendo sin querer parte del trono.

- ¡Mira lo que has hecho, arréglalo ahora, antes de que venga alguien! -, dijo la princesa.

- ¡Es tu culpa, tú lo hiciste! -, gritaba mientras se marchaba. 

Shio salió corriendo detrás de él, pero era muy rápido, pues daba saltos enormes, la princesa sintió que algo no andaba bien, enseguida empezó a caer una lluvia de color negro, hacía muchísimo tiempo que eso no ocurría y bien se sabía de otras veces, que estas lluvias traían malos presagios. El color de este mundo poco a poco se estaba apagando, pues la borrasca lo teñía todo, y su tierra que siempre estaba en movimiento, empezaba a reaccionar de manera agresiva, sin mucha explicación.

Al final, entre grandes bloques encontró a su guardián, estaba sentado, como cansado, apático…

La princesa también estaba harta de ir detrás suya, y le dijo:

- Entonces, ¿vas ayudarme o no? -.

- Tengo cosas mejores que hacer -, replicó el gigante, - ¡fue tu culpa de todos modos! -, dijo, retumbando todo el lugar… luego volvió a desaparecer.

Shio, desanimada, regresaba a la fortaleza pensativa, cuando se paró en seco, notaba que alguien la observaba, de repente sin comprender cómo, se encontró de nuevo con el monstruo, que intentó herirla con gritos ensordecedores, sin dejarle retornar a casa, pero ella se defendió como pudo, ahora era el coloso, el que le perseguía a ella, pero Shio conocía bien su mundo y supo despistarlo, sí, muy poderoso, pero él era demasiado grande y ella muy pequeña, para verla si se ocultaba. 

Esperó a que se cansara, y salió corriendo, sintió que más cosas extrañas ocurrían, junto a una obertura fijó su vista, algo brillaba, se estaba formando una imagen en el aire, de un destello enorme, ella cayó al suelo otra vez… 

Poco a poco comenzó a ver una imagen, estaba borroso, era un lugar desconocido, aunque inexplicablemente ya lo había visitado, otra vez aparecían los tres seres, el mayor reñía a uno de ellos, parecía una infante, sintió mucha pena de repente, el otro pequeño estaba mirando desde atrás, como asustado, había hecho algo malo, los gritos la ponían nerviosa, ¡quería salir de allí…!, luchó por escapar, y después de forcejear mucho, lo consiguió.

Asustada volvió corriendo a palacio, ¿qué serían esas visiones tan raras?... llegó al portal que siempre usaba para entrar, pero conforme se acercaba todo empezó a temblar, parecía que su mundo se iba a derrumbar, ¿qué estaba ocurriendo?, tenía miedo a caerse o a volver a desmallarse; entonces, al entrar por la puerta, de pasada observó otra imagen, esta era estática, otra vez estos seres, aunque ahora pudo distinguir algo más, el adulto no era el de antes, tenía rasgos más delicados, por lo que dedujo que era una fémina, pero no era de su especie, miraba muy preocupada a un sitio, al igual que el ser pequeño que tenía junto a sus manos, parecía un niño, ¿qué es todo esto?… Shio salió del portal y llegó a casa.

Continuará...

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